Hoy, en este punto crucial de las movilizaciones y con todo el tiempo que hemos sido capaces de mantenerlas, es una banalidad intentar justificar la continuación de las mismas por los motivos que hemos esgrimido por tanto tiempo y que, con mayor o menor precisión, todxs conocemos.
No diré aquí que lxs movilizadxs somos lxs buenxs, lxs solidarixs y fraternxs, si hay mucho de eso y es innegable, pues en las tomas se han dado nuevas formas de entendimiento, de comprensión del otrx que me mira no como un objeto, no como la competencia que es necesario mantener a raya, sino como la compañera o compañero de lucha, de ideas y anhelos comunes. Pero en definitiva, lxs que quieren volver a clases, lxs que así lo estiman por sus diversas motivaciones, no son lxs malxs y no podemos tratarlxs como personas con lepra por aquello. Los ideales y pensamientos de nuestra sociedad actual, en general, tienen su origen en décadas pasadas, son el legado del miedo, del conformismo ante las injusticias sociales. Cada unx de nosotrxs se ha formado y ha sido educadx en esta sociedad decadente, reaccionaria y burguesa, en sus escuelas, en sus universidades, en su vida cotidiana, con su machismo, su mercantilismo, con el sobre-endeudamiento de nuestras familias, en esta falsa sociedad de la opulencia tal como hoy la conocemos.
Por eso, no podemos culparnos entre nosotrxs, no podemos mirar al compañero y compañera de al lado como nuestrx enemigx, puesto que todxs somos hijxs de un mismo sistema, en el que lxs verdaderxs enemigxs son lxs poderosxs. Nosotrxs, lxs que nos hemos aferrado a esta causa y la hemos convertido en nuestra lucha inmediata contra un aparataje ideológico mayor, debemos ser capaces de buscar otros aspectos y mecanismos que logren asentar este compromiso en aquellos y aquellas que aún no lo sienten como parte suyx, a quienes aún no hemos llegado. Ciertamente, una parte minoritaria que representa la tendencia política de lxs dueñxs del país (Movimiento Gremial), en los últimos días han lanzado una campaña del terror contra las movilizaciones utilizando argumentos que se derrumban en cada discusión como castillos de naipe, buscando desvirtuar nuestra lucha e intentando pasar por encima de esto que nos ha costado tanto construir y que ha tardado tanto en llegar; pero no es a ellxs a quienes buscamos convencer, porque aunque se escondan en su apoliticismo falso y engañoso, ellxs cimientan su actuar en una ideología política, tienen su programa y están trabajando para realizarlo a cabalidad, guiados por un afán que responde a sus propios intereses y a los de una poderosa minoría.
Queremos llegar a otras compañeras y compañeros: a esxs que han ido a las marchas y a lxs que no. A esxs que “acompañan” desde su casa y que ahora, dubitativxs, piensan en retornar a las clases e incluso, como lo llaman algunxs, “volver a la normalidad”. Si volvemos a la normalidad antigua nada habrá cambiado, seguirán los mismos cónclaves autoritarios y elitistas de la vieja institucionalidad universitaria y social, pero tampoco remitiremos de manera más extensa a esto, porque sería seguir mirándonos el ombligo como estudiantes.
Queremos decirle a los compañeros y compañeras porqué debemos seguir movilizadxs y en qué se basa nuestra “intransigencia”. No es muy complicado de explicar y esperamos que tampoco de entender: Nuestra porfía, nuestras fuerzas de seguir luchando encuentran su fibra en la cara de la señora de la feria que nos dio frutas y verduras; en la cara y esperanza puesta en nosotros del caballero que nos regaló las papas en la vega monumental; en los anhelos de la apoderada del colegio Brasil que agradecía la presencia de lxs estudiantes de nuestra casa de estudios en los talleres que se realizaban para paliar, en parte, los efectos del paro; en lxs pobladores que agradecían los operativos médicos y jurídicos que se han realizado en las poblaciones de nuestro Concepción. Nuestra fuerza radica en el pulgar que nos levantan lxs abuelxs en cada marcha; en las banderas chilenas que sacan lxs obrerxs desde sus puestos de trabajo para saludar la avanzada en la marcha; en la cobertura de los medios independientes que nos apoyan. Nuestro coraje radica principalmente en la determinación de una mayoría social que espera que sus hijas e hijos tengan una mejor educación, que tengan la posibilidad de entrar a la Universidad y no tener que venderle el alma al diablo (que hoy en día es la banca privada) para aquello.
Nuestras pretensiones de seguir luchando encuentran su impulso en las compañeras que han sido manoseadas y desnudadas en sus detenciones; en los compañeros y compañeras que han recibido impactos de lacrimógenas en sus cuerpos (compañera de sociología hace algunos meses, compañero de ingeniería hace una semana; ambos en el rostro y con graves consecuencias); en el agradecimiento infinito que encontramos en lxs pobladores de Dichato cuando los acompañamos en sus reivindicaciones por una vivienda digna.
En definitiva, debemos hacernos responsables. De una u otra manera todxs contribuimos en el despertar de un gigante, hemos convertido a una masa dormida en marejadas de pueblo organizado, y ahora, ese gigante nos exige triunfar. Hagámonos cargo porque este movimiento, que no fue fácil construir y no ha sido fácil de mantener, ha sido legitimado gracias al compromiso, a la organización y al trabajo que hemos dedicado a esta noble causa, pero por sobre todo gracias a la confianza que han depositado en nosotros millones de familias, de trabajadorxs, de pobladorxs que ven en esta lucha la única posibilidad de cambiar aunque sea en un ínfima parte la cruda realidad que nos envuelve.
Todo eso cimenta nuestras convicciones de seguir luchando, de organizarnos como una fuerza contrahegemónica, de buscar justicia para nuestro pueblo, de defender nuestros derechos con todo lo que esté a nuestro alcance y de enfrentarnos hasta alcanzar la victoria. En fin, de cambiar esta vieja sociedad caduca, reaccionaria y burguesa que se niega a morir.
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