por Rafael Bernal.

jueves, 23 de febrero de 2012

Reflexion, por Kathy Henriquez

Reflexión

Flashback del año 2009, cuando era presidenta del centro de estudiantes de mi colegio, y me encontré con las movilizaciones de ese año; simplemente no supe qué camino tomar y deje todo en manos de personas que no les interesaba realmente la movilización social, en un ambiente donde los propios estudiantes no tenían la convicción, no tenían las herramientas, no sabían porque pero querían hacerlo, para seguir a la masa, para seguir la moda, para perder clases, lamentablemente esa era la realidad mi colegio. Dos años después, me encuentro entrando a una carrera de claros tintes políticos, sin saber porque lo estaba haciendo, siguiendo una simple corazonada, de algo, de que tal vez mi lugar pudiese estar ahí. Hace poco tiempo antes de salir de la media ya me había dado cuenta de cómo funcionaban las cosas, de cómo estaba configurado esto que llamamos mundo, y sobre todo esto otro que llamamos capitalismo, y sentía que tenía ante mis ojos una gran revelación. Lo que vino después fue solo confirmación de lo que ya sabía, incrementar mis creencias, percepciones sobre aquello.  Entonces comenzó la tensión en la universidad, en la carrera misma; también en mi misma, me di cuenta que empecé a analizar y ver todo, hasta lo cotidiano y simple, de maneras más complejas, a criticarlo cuestionarlo aunque nadie lo entendiese. Al principio no quería saber nada; la primera toma para mí solo fue un acto de violencia e intolerancia, de estupidez y rebeldía sin fundamento alguno, no estaba de acuerdo y no quería perder mi tiempo en ello, solo quería una vida universitaria normal . Todo acto de violencia era para mí condenable y estúpido, era totalmente animal, también sentía absurdo el incumplimiento de la ley, y el odio permanente hacia la fuerza policial. Hasta ese momento yo los consideraba héroes, protectores, nunca enemigos, e incluso victimas del sistema. Aunque aun sigo creyendo que son victimas atadas de manos, pues muchos que deben estar ahí para alimentar a sus familias,  esta claro que existe una porción que no lo es, que tiene bases cimentadas en sus valores, que todo lo que sea anti-orden, que amenace la “tranquilidad” de los ciudadanos, debe ser disminuido, opacado y silenciado.
Ahora después de 10 meses, puedo decir que es algo que ha cambiado mi percepción de las cosas radicalmente. Nunca fui política y escapaba de ello lo más que podía, temía a las consecuencias y la implicación de ello me parecía tediosa. Las discusiones de las asambleas me atemorizaban; el radicalismo (no se me ocurre otra palabra) de mis compañeros de carrera, las rencillas, lo profundo del debate, hasta donde podíamos llegar?  Poco a poco fui comprendiendo, porque algunos preferían lanzar una piedra, porque otro prefería acogerse en una organización; cuando lo contrapuesto era mucho temía que nunca nos pondríamos de acuerdo, que no existía punto medio ni consenso, que se vivía y ejercía una especie de dominación en el propio lugar de la comunidad estudiantil; es una situación que me disgusta aun en demasía.
La primera marcha, 12 de mayo, estaba muy ansiosa, en ese momento ya poseía ciertas convicciones de porque estaba ahí, sentía que quería destruir todo y que en esa masa de gente tenía el poder de hacerlo. Aun así en el momento que llego el primer guanaco corrí y escape del lugar. Luego en Facebook observe lo que esperaba: la disputa entre encapuchados y carabineros, los desmanes, los destrozos, la violencia, aun condenable para mí. No podía entender la rabia, posiblemente porque siempre tuve todo y nunca me falto nada, por la crianza que recibí, porque siempre me dijeron que debía ser tranquila y no causar alboroto en ninguna parte, porque nunca cuestione que la educación debía ser algo que venía por defecto en mi vida y que no debía comprar, que no debía sufrir por ello, que no debía sacrificar nada por ello.
Comencé poco a poco a despertar una rabia, un enojo, un descontento, que no sabia organizar ni  dirigir, que no sabia canalizar en acciones que me llevaran a una mejora de la situación, simplemente podía seguir a la masa, podía gritar, podía cortar una calle, entre tantas otras cosas.  Quizá estos pensamientos a esta altura se han convertido en un cliché, la lucha contra el capitalismo y el sistema se han convertido en un cliché (lo cual lleva a muchos al nihilismo), para que gastar nuestras energías con un mundo que nunca será distinto, porque cambiar si nadie mas lo hace, porque detenerse a ver los problemas y luchar por una solución? Muchas personas piensan de esta forma, y quizá quien soy yo para decir que la lucha es mas valida que la indiferencia, pero si algo se es que cada vez que vea que un compañero dejo de estudiar no por su falta de capacidad, si no de recursos, cada vez que vea gente durmiendo en las calles, cada vez que vea como los políticos y empresarios se llevan todo para satisfacer su propia vacía existencia, cada vez que vea en la televisión los ostentosos festines de los famosos, y como nos cuentan y meten en nuestras mentes algo que no es realmente importante, que no es nuestra vida y no es real, sentiré una gran impotencia que traspasa mis entrañas, sentiré lastima, pena, compasión, por aquellos que no tuvieron la misma suerte que yo, ni las mismas oportunidades. Entonces me preguntare, porque yo tengo mas derecho de ser feliz que ellos? Acaso ellos no lo merecen porque no tienen suficiente? En ese instante pienso que si todos compartiéramos un poco de nuestra felicidad, de nuestra capacidad y talento con el resto a diario, todo seria mucho mas enriquecedor entre las personas; pensamiento ingenuo, claramente, pero que estas movilizaciones me otorgaron, a pesar de que nosotros mismos pensábamos diferente, nos veíamos acorralados, a veces sin saber que hacer, al momento de salir a la calle éramos un grupo, una voz que gritaba desesperadamente a la ciudad, para que todos abrieran los ojos, para que se dieran cuenta de su propio impersonalismo,  egoísmo, etc. Probablemente ellos no querrían ser así, probablemente no tuvieron elección, pero probablemente a veces tampoco quieren tenerla, ni escuchar al que este al lado. Por eso cortamos las calles, por eso quemamos los semáforos, por eso tiramos una piedra, por eso gritamos, por eso pintamos las calles, por eso bailamos y cantamos, si aun no nos escuchan hasta donde tenemos que llegar?
Probablemente yo también quisiera vivir en una burbuja, no ver la realidad, pero ya se que esto me llevara a caer en los brazos del capital, a cobijarme en el, a hacerle mas fácil el trabajo y la dominación, a contradecirme a mi misma, a mi rabia. Quizá no me impulsan mas que sentimientos  y corazonadas, pero no se si es lo que realmente importa, si no que logremos por fin revindicar a la raza humana, que se a servido de su entorno sin mirar atrás, sin arrepentimientos, para revindicar nuestro propio vacío espiritual causado por esta jaula,  para encontrarnos a nosotros mismos; quizá ese descubrimiento tampoco sea tan hermoso, pero es claro que no somos mejores sin el.
Hasta donde podremos llegar?

1 comentario:

  1. Muy de acuerdo compañera.
    No es por ser "paternalista" ni "doctrinario" pero me gustaría que a todos los estudiantes les sucediese algo similar, esa de-construcción que se hace a la "Realidad" o al "Orden de las cosas" es verdaderamente enriquecedor.
    ¡Larga vida a la sociología!
    Rodrigo.

    ResponderEliminar