por Rafael Bernal.

jueves, 16 de febrero de 2012

Reflexión, por Francisca Benavides

Hacen tan poco conocí el espacio del colectivo y comencé a participar política y socialmente dentro de la universidad, que las movilizaciones del año 2011, las discusiones dentro del colectivo, las formaciones políticas y las diferentes reuniones formales e informales han dejado una bonita e importante huella en mi formación como persona, como estudiante y como compañera de cada unx de ustedes.

Personalmente, el colectivo fue el principal espacio que encausó mi participación dentro de la movilización 2011, dónde se me permitía discutir, escuchar, expresar y debatir las diferentes temáticas y/o cuestionamientos que surgían en el curso de ésta.




Movilizaciones

El 2011 comenzaba como otro año más de universidad, como un año común y corriente. Yo, como estudiante de segundo año me dediqué a recibir debidamente a lxs compañerxs de primero y a participar dentro de lo posible en las actividades como carrera.
Así y todo, las movilizaciones no fueron gran tema para mí hasta que las primeras discusiones llegaban a mis oídos y comenzaban a hacerme cuestionar las diferentes posturas que existían entorno al posicionamiento de una demanda nacional sobre el financiamiento de la educación. La discusión era: Educación gratuita o arancel diferenciado.

Creo que el primer error a nivel universitario fue demorar tanto la discusión sobre el posicionamiento de la demanda, que mientras nosotrxs continuábamos discutiendo, a nivel nacional ya se levantaba con fuerza la exigencia por educación gratuita y eso nos dejaba -de cierta forma- al margen de estos primeros indicios de germen movilizador. Así mismo, dejaba como representantes del emergente movimiento estudiantil a aquellxs que representaban a partidos políticos tradicionales y que pertenecían a universidades del centro del país (Vallejos, Jackson, Ballesteros, etc).

Una vez entablada la lucha por educación gratuita, en la cuál se entendía la educación como un derecho social, no sé cuándo ni cómo, pero todxs nos vimos de pie, dispuestxs a dar todo por esa demanda. Poco a poco demostrábamos que nuestra generación no era aquella dormida que antes había existido, demostrábamos con todas las personas en las calles, con todas las actividades que surgían día a día, que esta era una generación con ganas de luchar, dispuesta a enfrentarse al gobierno sordo -independiente de su tendencia- y que estaba siendo capaz de desprenderse del miedo y de la inseguridad que envolvían -de cierta forma de manera entendible- a las generaciones anteriores.

El primer desafío fue posicionar y mantener la lucha por una demanda de esa envergadura. Incentivar al resto de las personas, a ganar la confianza de aquellxs que dubitativxs pensaban en la importancia, pero a la vez lejanía, de un logro significativo en torno a la educación gratuita. Como carrera y colectivo, pensando en este último como el ente más activo dentro de la misma, en un principio se tuvo un papel preponderante dentro de la universidad, fuimos lxs primerxs en discutir las temáticas que envolvían al movimiento estudiantil, en levantar marchas incluso con lluvia, en llegar a las instancias de paro y toma.


El segundo gran desafío fue organizarnos para hacer frente a la represión manifestada por el gobierno y demostrar al resto lxs compañerxs de otras carreras quién era el verdadero enemigo (el gobierno, lxs parlamentarixs, los partidos políticos tradicionales, los pacos, los milicos, etc). La ola represiva comenzó a manifestarse en la marcha del 12 de mayo que quedó en el recuerdo de todxs como "el día de la represión", donde nos tocó ver a una compañera de 5to herida por una bomba lacrimógena en su ojo derecho, a un compañero de psicología herido en su pierna a causa de una caída por la persecución que sufrimos dentro de la universidad, entre otros casos. De todas formas, era muy satisfactorio poder apreciar antes y después de las marchas, la organización, el compañerismo, el apoyo y el trabajo demostrado por todxs nosotrxs con el único objetivo de hacer frente a la represión y demostrar que "la violencia en manos del pueblo no es violencia, es justicia". Legitimar todas las formas de lucha, las marchas, la capucha, los carolazos, las tomas, los bailes masivos, los disfraces, las murgas, etc. fue uno de nuestros principales objetivos.


Las marchas de a poco comenzaban a hacerse más masivas, cada semana se sumaban más carreras al paro y a la toma, todos los días aparecían lienzo diferentes en la esquina de la Pinacoteca o frente al Arco. En cada marcha más y más personas nos pedían una paloma informativa de la situación, las cuales eran fabricadas artesanalmente por lxs compañerxs dentro de las tomas. En cada protesta aparecían más banderas rojinegras, más silvatos sonando, más bocinas de apoyo, más carteles con frases de descontento. Todxs pensabamos en la revolución, en que la lucha era la única salida, porque no teníamos nada que perder y si mucho que ganar. La movilización comenzaba a tomar forma y el apoyo se tornaba cada vez mayor y evidente. Las señoras en la calle, lxs trabajadores de la construcción, las personas en la feria, las encuestas, todo nos daba respaldo para continuar y mientras el gobierno nos exigía deponer las tomas y retomar las clases, nosotrxs decíamos "esto recién está comenzando".


Los próximos desafíos eran continuar unidos y tomar decisiones en torno a los ofrecimientos por parte del gobierno. Lamentablemente, no fuimos capaces de enfrentar correctamente esta etapa y los partidos tradicionales, aprovechando nuestro decaimiento y desgaste, tomaron las riendas de la movilización. Estábamos cada vez más cansados y cada día salía menos gente a la calle. Las tomas parecían interminables, cada día había más compañerxs sin dinero para mantenerse en Concepción y, por ende, con ganas de volver a clases. El gobierno nos amenazaba, lxs compañerxs no tenían tanta fuerza como antes, lxs secundarixs quedaban solxs y para nosotrxs se hacían inminente el término del primer semestre.

Como carrera nos costó bastante tomar la decisión de terminar con el semestre, nuestras convicciones estaban más claras quizás, pero sin el apoyo del resto de las carreras (ingeniería, derecho, medicina, etc.) negarnos a cerrar el semestre era una niñería. Decidimos cerrar el semestre lo más rápido posible porque queríamos seguir movilizándonos, queríamos recobrar energías y demostrar que esto no había terminado. Lamentablemente se nos fue de las manos y la movilización comenzó a decaer más y más, la política tradicional fue más poderosa que el pueblo organizado. Pero el año 2011 no será recordado como un año perdido o como el año de la derrota, sino como el año de la organización, de los primeros pasos, del despertar... en los años venideros seguiremos dando la pelea, en algún momento daremos el golpe final y seremos vencedores de esta batalla que iniciamos el 2011 todxs juntxs.

Con respecto al colectivo y como participante de este, y haciendo un mea culpa con respecto a lo vivido en la movilización, creo que debimos haber participado más activamente de instancias como la toma, en la cual nuestra presencia -por diferentes motivos ya conocidos por la mayoría- fue casi nula. Por otro lado, creo que nuestro compromiso debió trascender los espacios de reuniones, marchas y/o asambleas, porque a decir verdad la lucha por una sociedad mejor debiera convertirse en nuestro estilo de vida.

Compañeros y compañeras, el llamado es mantenerse en pie, a aprender de los errores, a continuar creyendo en nuestros ideales y a seguir unidxs, porque sólo así podremos cambiar esta sociedad desigual y decadente.

"Los estudiantes de Concepción comprendieron que su papel no es el de trepadores sociales a la caza de los beneficios de un titulo universitario, sino que, como "grupo de edad" y en su calidad de "joven intelectualidad", al cruzarse con la agudización de los conflictos sociales a nivel nacional y latinoamericano, se integran al movimiento revolucionario entendiendo que a la Universidad no vienen sólo a estudiar, sino también a luchar"
(Miguel Enríquez).

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